viernes, 8 de junio de 2007

Raúl Matera



El 17 de octubre de 1945 se produjo uno de tos hechos fundamentales de la Argentina contemporánea; el reencuentro de las masas populares con la Nación. Minimizar el 17 de octubre, hasta el punto de convertirlo en un resultado accidental y sin sentido de una confluencia de factores caprichosos o aleatorios, solo puede ser fruto de una actitud bélica o de una embestida irracional que perturbe el juicio y enturbie el espíritu.
El 17 de octubre de 1945 fue producto de lealtades esenciales, gestadas y desarrolladas en el seno del pueblo; jamás de las irresponsabilidades o de la audacia de nadie. Fue el producto político y social de muchos, de miles de argentinos, que venían desde el fondo de la historia con una dura carga de frustraciones e injusticias a cuestas. Nunca la aventura exitosa fundada en la audacia o el disparate.
Quienes, seducidos por un novedoso anacronismo o perturbados por su instinto irracional, vienen hoy a replantear la antinomia peronismo-antiperonismo y a extrapolar los acontecimientos de su propio momento histórico, dejan afuera al verdadero protagonista, el pueblo, representado en octubre por esos "descamisados" que confluyeron sobre la Plaza de Mayo como otras veces, a lo largo de nuestra historia.
En el desarrollo de los acontecimientos hubo quienes tienen nombre y apellido para la historia. Primero entre todos, el de Eva Perón, de quien el líder del Movimiento Nacional dije que en poco tiempo colocó una carga explosiva en el alma de la Nación. Pero no hubo milagros ni fortuitas epifanías en la histórica jornada del 45. Sí hubo, entonces, quienes se asombraron de ver por el centro de Buenos Aires algo para ellos inexistente jamás visto en su escenario de minoría oligárquica: esos representantes de la Argentina sumergida que buscaban su líder, hacía poco surgido de la institución militar. A su lealtad y naciente conciencia política se debió esa marcha sobre la Plaza de Mayo que hoy todavía parece asombrar a algunos pocos, resabiados con la misma incredulidad de hace 27 años.
Los que hoy minimizan el sentido y contenido del 17 de octubre parecen olvidar que dicho acontecimiento dio capacidad de maniobra y consolidó al único gobierno militar de este siglo que produjo cambios sociales y culturales en la Argentina; y que esto pudo ocurrir no por el aislamiento o el sectarismo de las Fuerzas Armadas, sino por su reencuentro con el pueblo en sus más multitudinarias expresiones.
¿Es que se teme, acaso, un nuevo 17 de octubre, con cantos y gritos argentinos, que haga peligrar estados e intereses minoritarios tan ciegos y sin patria como aquellos que se aliaron con Braden en 1945?
Las grandes decisiones de la Patria en marcha o en avance encuentran al pueblo participando en ellas y en gran medida determinándolas con su sola presencia. Correlativamente, la institución militar no se mantuvo al margen de los hechos populares, ni se redujo a ser mero fiscal de la ciudadanía. Hoy, como ayer, en las horas decisivas no existen opciones para el país y el camino a seguir no ha de ser diferente del recorrido en la preparación de las mejores victorias nacionales.

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